Desde el Alma: Un viaje de Sanación y Reconexión
En cada sesión de Sanación Álmica se produce una limpieza emocional profunda, incluso sin necesidad de que revivas conscientemente cada experiencia que te marcó.
La sesión trabaja con precisión sobre las emociones que han quedado atrapadas en tu sistema energético, muchas veces desde hace años o incluso vidas generando peso, desequilibrio, enfermedades y sufrimiento.
Muchos de los bloqueos que hoy vives en tu vida en tus vínculos, en tu capacidad de tomar decisiones, en tu expresión emocional, en tu sexualidad o en tu conexión contigo mismo/a tienen su origen en emociones no procesadas.
Dolor, rabia, miedo, tristeza, culpa, vergüenza, humillación, frustración… emociones que, al no poder ser expresadas o comprendidas en su momento, se quedaron enquistadas en tu cuerpo, en tus órganos, en tu campo álmico.
Ahí siguen, repitiéndose cada vez que algo las activa, sin que puedas explicarte por qué reaccionas de determinada manera o por qué ciertos temas te siguen doliendo tanto.
En la sesión, estas emociones se liberan sin necesidad de que tengas que revivir el trauma o comprenderlo mentalmente. Simplemente se muestran, se sienten desde el alma, y se limpian desde la raíz.
Tu cuerpo energético sabe exactamente lo que está listo para liberar, y tu alma colabora activamente en el proceso.
En ocasiones, lo que sale a la luz son traumas profundos: abusos físicos, emocionales o sexuales, situaciones de abandono o rechazo, experiencias de soledad, manipulación, violencia, traiciones.
También pueden aparecer episodios de vidas pasadas que dejaron una fuerte carga emocional no resuelta.
Todo esto es sostenido con cuidado, sin forzar, y se trabaja con amor y respeto absoluto.
Cuando estas emociones se liberan, no solo se alivian los síntomas relacionados como la ansiedad, el insomnio, la reactividad emocional o el dolor físico sino que además se recupera espacio interno.
Es como si limpiaras un sótano donde llevabas acumulando cosas durante años. Aparece la claridad, el orden, el aire, la paz. Recuperas energía vital, capacidad de disfrute, espontaneidad, sensibilidad.
Uno de los grandes regalos de este módulo es la reconexión con tu capacidad de sentir sin miedo.
Muchas personas viven desconectadas emocionalmente por miedo a sufrir, a llorar, a explotar o a no poder controlar lo que sienten.
Y eso les impide vivir con plenitud.
En la sesión se restablece tu vínculo sano con el mundo emocional, aprendiendo desde el cuerpo que puedes sentir y estar bien, que no necesitas cargar con todo, que puedes soltar y que hay seguridad en ti para sostenerte con amor.
Además, se desprograman patrones de auto sabotaje, autoexigencia, culpa o vergüenza que no te dejan avanzar.
Muchas veces estas emociones no solo fueron creadas por experiencias dolorosas, sino también por condicionamientos familiares, religiosos o culturales que marcaban lo que debías sentir, lo que estaba bien o mal, o lo que era «aceptable» mostrar.
Todo eso se limpia para que puedas volver a ti, a tu verdad, a tu autenticidad emocional.
No se trata de cambiar quién eres, sino de quitar lo que no eres y te pesa. Y cuando eso sucede, puedes volver a sentir con libertad. Puedes volver a confiar en lo que sientes, sin miedo a que te desborde. Y sobre todo, puedes empezar a construir una vida emocional coherente, donde haya espacio para la alegría, el amor, la calma y la conexión verdadera.
La sanación emocional profunda no es solo alivio. Es una liberación. Y también un reencuentro contigo mismo que transforma tu forma de relacionarte, de vivir y de amar.
Busca un lugar tranquilo.
Cierra los ojos y haz tres respiraciones profundas.
Piensa ahora en un área de tu vida que sientas bloqueada o dolorosa.
Puede ser una relación, tu trabajo, tu cuerpo, tu propósito de vida.
Ahora, pregúntate sin filtros:
¿Qué emoción guardo allí que nunca me permití sentir plenamente?
No te obligues a responder con la mente.
Deja que tu cuerpo conteste.
¿Aparece un nudo en la garganta?
¿Una opresión en el pecho?
¿Un vacío en el estómago?
Eso que sientes es una emoción atrapada.
Solo obsérvala.
No trates de cambiarla ni de “hacerla desaparecer”.
Ponle un nombre si puedes: tristeza, rabia, culpa, miedo, vergüenza…
Y ahora dile internamente:
“Te veo. Te reconozco. Gracias por lo que viniste a enseñarme. Acepto experimentarte en mí y te pido que me muestres para qué apareces. Qué aprendizaje tienes para mí ”
Esa simple conciencia ya empieza a liberar espacio dentro de ti y a movilizar situaciones que te harán entender esa emoción.