Desde el Alma: Un viaje de Sanación y Reconexión
Uno de los aspectos más transformadores de una sesión de Sanación Álmica es cómo impacta en tu energía vital.
Muchas personas llegan a la consulta sintiéndose agotadas, sin fuerza, sin motivación, arrastrando una sensación de peso o de falta de dirección.
Otras simplemente sienten que algo en su energía está desalineado, aunque no puedan explicarlo con palabras.
Durante la sesión, trabajamos directamente sobre tu campo energético, donde se alojan tanto la información emocional como espiritual, los bloqueos sutiles y las distorsiones que afectan tu vitalidad.
A través de la canalización, la lectura energética y los ajustes que realizo, tu sistema comienza a liberar interferencias, densidades y acumulaciones que estaban frenando el flujo natural de tu energía.
También armonizamos los chakras, que son centros de energía que regulan diferentes aspectos de tu vida: seguridad, creatividad, relaciones, autoestima, comunicación, intuición, conexión espiritual.
Cuando uno o varios chakras están bloqueados, puedes sentir miedo, confusión, irritabilidad, falta de enfoque, problemas de salud o desconexión espiritual.
En la sesión, restablecemos su equilibrio para que vuelvas a sentirte alineado, estable y en coherencia con lo que eres.
En algunos casos, cuando un chakra está muy dañado o deteriorado energéticamente —producto de traumas profundos, impactos emocionales continuos, experiencias límite o cargas heredadas— puede ser necesario hacer un reemplazo completo del centro energético.
Es como si se tratara de un trasplante, pero a nivel cuántico. Esta técnica permite extraer ese chakra disfuncional y colocar uno nuevo, limpio, vibrante, que esté alineado con tu frecuencia actual y con la nueva etapa que estás listo para vivir.
Este ajuste cuántico produce una transformación muy potente, ya que el nuevo chakra no solo equilibra la función energética del área relacionada, sino que también restablece el flujo con los demás centros, facilitando una reorganización integral de tu sistema.
Además, trabajamos sobre la energía alojada en los órganos.
Cada órgano guarda una carga emocional específica: el hígado suele almacenar rabia, los pulmones tristeza, los riñones miedo, el corazón duelo o desamor.
Al liberar esa energía estancada, no solo sientes un alivio inmediato, sino que también se activan procesos internos de sanación física y emocional.
Y es importante saber que los riñones, donde se aloja nuestra energía vital, pueden resentirse especialmente cuando sostenemos emocional o energéticamente a muchas personas a nuestro alrededor: familia, pareja, hijos, amistades, pacientes, compañeros.
Cuando entregamos mucho de nosotros sin un equilibrio, esa reserva vital comienza a drenarse.
Y si no hay una restauración adecuada de esa energía algo que rara vez ocurre solo con descanso físico comenzamos a sentir un cansancio profundo, esa fatiga que no se pasa con dormir, esa sensación de estar «vacíos por dentro».
En la sesión, recuperamos tu energía vital, cortamos cargas externas que no te corresponden y reparamos tu sistema energético para que puedas sostenerte a ti antes que nada.
Muchas personas, al finalizar una sesión, sienten como si algo «hubiera salido de su cuerpo».
Otras se sienten más livianas, más conectadas con su cuerpo y su propósito.
Es muy común también recuperar la claridad mental, dormir mejor y experimentar una sensación renovada de bienestar.
Esto no es magia. Es el resultado de liberar tu energía de todo lo que no te pertenece, de todo lo que te estaba drenando o reteniendo.
Cuando tu energía vuelve a ti, te reconoces.
Te sientes tú. Y desde ahí, todo comienza a transformarse.
Ponte de pie.
Cierra los ojos suavemente.
Respira profundo.
Imagina que, con cada inhalación, una luz dorada sube desde la tierra hacia tu cuerpo.
Siente esa luz entrando por la planta de tus pies, ascendiendo lentamente por tus piernas, tu pelvis, tu abdomen, tu pecho, tus brazos, hasta salir suavemente por tu coronilla.
Quédate unos instantes así, dejando que esa energía vital fluya por todo tu cuerpo.
Siente dónde fluye con facilidad… y dónde se detiene.
Siente si hay zonas más frías, más tensas, más pesadas.
No busques cambiarlas aún.
Solo observa, conecta.